Fotografías: Archivo Fotográfico Alejandro Torres (atorres.pm@gmail.com)
Textos: César Sánchez Vera
ARREO DE ANIMALES POR LAS CALLES DE PUERTO MONTT
Una vez reconstruido el puerto, después de resultar severamente dañado por el terremoto de 1960, la actividad marítima en Puerto Montt, que venía creciendo en forma constante, se tornó muy intensa especialmente en la década del sesenta y en el siguiente decenio.
La flota de Empremar (Empresa Marítima del Estado)
contaba con un importante número de navíos. Entre estos estaba el “Navarino”,
que hacía el trayecto entre Puerto Montt y Punta Arenas en tres días,
dependiendo de las condiciones climáticas y de la buena voluntad del golfo de
Penas.
El Navarino en faenas de descarga en Chiloé
Estaba también la motonave “Capitán Alcázar”
cubriendo la ruta de Chiloé continental. Apoyaban a estos barcos las barcazas
“Quellón”, “Río Baker” y “Calbuco”, popularmente conocidas como los quellones,
y a comienzo de los setenta se sumaron la “Cisnes” y “Melinka”. De igual forma
cabe mencionar a dos cargueros, el “Apolo” y “Junín”.
Estos buques, junto con las barcazas trasladaban
vacunos y corderos desde Aysén; para tal efecto existían corrales en la parte
alta de Angelmó, al inicio de la actual población Anáhuac. Sin embargo, dichos
recintos se hicieron estrechos y fue necesario trasladar el ganado a potreros
que se encontraban en la cuarta terraza, lo que hoy conocemos como los sectores
de Antihual, Valle Volcanes, Sol de Oriente, etc.
Los rebaños eran desembarcados y arreados por
diestros jinetes a través de las calles Miraflores, Vicente Pérez Rosales, el
ánima Fortuosa y Presidente Ibáñez. Cada vez que pasaba un hato, los negocios
cerraban sus puertas, los vecinos procedían a tomar los resguardos necesarios
en sus respectivos hogares y los escasos automóviles que circulaban por nuestra
ciudad eran retirados. Existía la costumbre de abrir los portones de los patios
con la finalidad que algún cordero “quedara extraviado”. Los vecinos hicieron
de esto un hábito, y una vez que entraban dos o tres corderos procedían a
cerrarlos.
El desembarco de vacunos era una situación que
requería de mayor preocupación y cuidado, puesto que mezclados con los animales
de crianza venían los llamados “baguales”, que eran bovinos salvajes. Acontecía
que dichos vacunos con frecuencia se escapaban por calles laterales y los
diestros baqueanos muchas veces tuvieron que perseguirlos hasta la misma plaza
de armas para lacearlos. Los puertomontinos que no alcanzaban a esconderse de
estos bravos animales recibían las cornadas correspondientes y hubo varios
casos de personas que sufrieron contusiones de mediana gravedad.
El arreo de los piños era un espectáculo muy pintoresco
que le imprimía a Puerto Montt un ambiente parecido al que se aprecia en las
películas del oeste norteamericano. En 1971, siendo Alcalde don Sergio Elgueta Barrientos, una Ordenanza
Municipal prohibió el acarreó de animales vivos por las calles de nuestra
ciudad.
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20 junio 2012
EL RECUERDO DE LA SEMANA
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