20 junio 2012

EL RECUERDO DE LA SEMANA

Fotografías: Archivo Fotográfico Alejandro Torres (atorres.pm@gmail.com)
Textos: César Sánchez Vera

ARREO DE ANIMALES POR LAS CALLES DE PUERTO MONTT
 
Una vez reconstruido el puerto, después de resultar severamente dañado por el terremoto de 1960,  la actividad marítima en Puerto Montt, que venía creciendo en forma constante, se tornó muy intensa especialmente en la década del sesenta y en el siguiente decenio.


La flota de Empremar (Empresa Marítima del Estado) contaba con un importante número de navíos. Entre estos estaba el “Navarino”, que hacía el trayecto entre Puerto Montt y Punta Arenas en tres días, dependiendo de las condiciones climáticas y de la buena voluntad del golfo de Penas.

El Navarino en faenas de descarga en Chiloé


Estaba también la motonave “Capitán Alcázar” cubriendo la ruta de Chiloé continental. Apoyaban a estos barcos las barcazas “Quellón”, “Río Baker” y “Calbuco”, popularmente conocidas como los quellones, y a comienzo de los setenta se sumaron la “Cisnes” y “Melinka”. De igual forma cabe mencionar a dos cargueros, el “Apolo” y “Junín”.  

Estos buques, junto con las barcazas trasladaban vacunos y corderos desde Aysén; para tal efecto existían corrales en la parte alta de Angelmó, al inicio de la actual población Anáhuac. Sin embargo, dichos recintos se hicieron estrechos y fue necesario trasladar el ganado a potreros que se encontraban en la cuarta terraza, lo que hoy conocemos como los sectores de Antihual, Valle Volcanes, Sol de Oriente, etc.
Los rebaños eran desembarcados y arreados por diestros jinetes a través de las calles Miraflores, Vicente Pérez Rosales, el ánima Fortuosa y Presidente Ibáñez. Cada vez que pasaba un hato, los negocios cerraban sus puertas, los vecinos procedían a tomar los resguardos necesarios en sus respectivos hogares y los escasos automóviles que circulaban por nuestra ciudad eran retirados. Existía la costumbre de abrir los portones de los patios con la finalidad que algún cordero “quedara extraviado”. Los vecinos hicieron de esto un hábito, y una vez que entraban dos o tres corderos procedían a cerrarlos.
El desembarco de vacunos era una situación que requería de mayor preocupación y cuidado, puesto que mezclados con los animales de crianza venían los llamados “baguales”, que eran bovinos salvajes. Acontecía que dichos vacunos con frecuencia se escapaban por calles laterales y los diestros baqueanos muchas veces tuvieron que perseguirlos hasta la misma plaza de armas para lacearlos. Los puertomontinos que no alcanzaban a esconderse de estos bravos animales recibían las cornadas correspondientes y hubo varios casos de personas que sufrieron contusiones de mediana gravedad. 
El arreo de los piños era un espectáculo muy pintoresco que le imprimía a Puerto Montt un ambiente parecido al que se aprecia en las películas del oeste norteamericano. En 1971, siendo Alcalde  don Sergio Elgueta Barrientos, una Ordenanza Municipal prohibió el acarreó de animales vivos por las calles de nuestra ciudad.

Arreo de ovejas por calle Pedro Montt esquina Antonio Varas (1941)

Un arriero guía su rebaño de ovejas por calle Pedro Montt esquina Benavente (década 1950)

Desembarco de ovejas en Angelmó (1928)

Arreo de ovejas por las pampas del sector alto de la ciudad (década de 1950)

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