03 septiembre 2006

Nuevas revelaciones sobre la masacre de Pampa Irigoin

Por Wladimir Soto Cárcamo

En el frío amanecer del domingo 9 de marzo de 1969 a las 7 de la mañana, fuerzas policiales compuestas por 200 carabineros dirigidas por el Coronel Alberto Apablaza y el Mayor Rolando Rodríguez iniciarían un devastador operativo de desalojo ordenado por el Ministerio del Interior presidido por Edmundo Pérez Zújovic y ejecutada ésta decisión por el Intendente subrogante Jorge Pérez Sánchez sobre un centenar de familias que ocupaban un terreno baldío en la denominada Pampa Irigoin, en el sector alto de la ciudad de Puerto Montt, que terminaría en una sangrienta masacre que costaría la vida a 10 pobladores que buscaban un lugar digno donde vivir.
Armin Alfredo Barría Soldan, estudiante del liceo Andrés Bello en su investigación histórica titulada “ Manuel Rodríguez, barrio de identidad, memorias y sacrificios”, entrega la voz de los sin voz, de esos pobladores que fueron testigos y protagonistas de estos trágicos hechos que tiñen de sangre la historia de nuestro país.

El origen de estos hechos

Armin cuenta que todos los pobladores concordaron que estos sucesos comenzaron con tomas de terrenos en 1967 que abarcaban las calles Magallanes, Presidente Ibáñez y Nueva Oriente, las cuales fueron concedidas a los ocupantes. Pero aún así los terrenos se hicieron pocos y estas familias recién formadas, con sus hijos pequeños seguía llegando del campo, y de sectores como la población Modelo, Antonio Varas Norte y Sur. Todos eran allegados y buscaban una casa propia.
En 1969 se produce la tercera toma por la presión de los nuevos ocupantes que habían arribado hasta ese lugar. Esta toma abarcaba desde la calle Magallanes hasta la carretera ruta 5 norte. A partir de esta situación, para este joven historiador, “ya no hubo disposición de parte del dueño Rociel Irigoin Oyarzun y de parte del estado, por entregar los terrenos”.

Un día 9 de marzo

A las 3 de la mañana del 9 de marzo de 1969 los carabineros llegaron al sector, los pobladores que estaban en la Pampa Irigoin hicieron sonar un riel de trenes que servia de campana que estaba asentado donde está actualmente el Jardín Infantil Capullito, en calle Hernando de Magallanes, población Manuel Rodríguez. Los pobladores sabían que se venía el desalojo ya que habían sido advertidos por el diputado socialista Luis Espinoza Villalobos.
Los carabineros ingresaron con violencia. Andando a caballo y disparando bombas lacrimógenas fueron destruyendo las casas e incendiándolas. Entre tanto los pobladores procedieron a defenderse con piedras y palos. Entonces un carabinero empezó a disparar donde estaba el riel de trenes que servía de campana, en que se formaba un pequeño montículo muriendo mucha gente que estaba dentro de su casa.

Después del horror

Pasadas dos horas, como comenta Armin, se dio la orden para detener el desalojo por los muchos muertos y heridos que había. Los pobladores retiraban los cadáveres a su sede social, otros llevaban a los heridos al hospital. La gente no quería ninguna ayuda. Trasladaron en los días posteriores en hombro los cuerpos de las victimas al cementerio general.
Tres meses después los terrenos fueron concedidos a los ocupantes del sitio. El estado llego a un acuerdo con el dueño Rociel Irigoin, pagando los pobladores un precio ínfimo por el terreno. Así se fue formando la población Manuel Rodríguez. El año 1973 el diputado Camilo Escalona sondeó los terrenos y se trazó el primer plano de la población. A fines de 1980 se constituyó la primera junta de vecinos de la Manuel Rodríguez, la cual fue presidida por Mario García.

Por último, reproducimos un extracto de este trabajo que promete un futuro promisorio a la historiografía local.

La Toma de terrenos continua

Por Armin Alfredo Barría Soldan

Las decisión de seguir en los terrenos de Rociel Irigoin, según me cuenta don Juan Ancapán, fue unánime, incluso la situación de los pobladores comienza a cambiar paulatinamente porque llegan nuevas familias al sector, con lo que el sitio demarcado en la toma de terreno tuvo que ampliarse. Sigue don Juan: “…los carabineros no inspeccionaban el lugar esporádicamente, ni siquiera la “ronda de rutina”, como siempre lo hacían… incluso la tranquilidad del lugar era tal que rara vez se producían enfrentamientos verbales con funcionarios públicos o de orden y seguridad…las relaciones entre los pobladores y las autoridades parecían mejorar considerablemente, porque los roces entre ambos bandos disminuyeron a tal punto que la vida diaria en el sector se hizo rutinaria y pasiva”.
Pero esto cambiaría como consecuencia del rápido poblamiento de la toma que semana tras semana recibía a nuevos allegados, fenómeno que provoca el deterioro de las relaciones entre pobladores y autoridades comunales, quienes se inquietaban porque los terrenos ocupados crecían a vista y paciencia del entorno puertomontino. De esta laya, el ambiente de relativa calma y de convivencia al interior de la toma se fue deteriorando, porque los propios dirigentes y pobladores tenían muy claro que en algún momento las autoridades iban a actuar conforme a las facultades que les investía el derecho público, pues en palabras de uno de los participantes de la toma y Secretario del Comité “Personas sin casas”, don Heriberto Arel, “la necesidad volvía a surgir en el momento menos oportuno”.
Existía un grupo de 250 a 300 pobladores establecidos ya en sus terrenos cuando surgió otro mayor, aproximado en 400 “recién llegados” que ante las carencias vivenciadas, nuevamente luchaban por tener un hogar para disfrutar de la vida en familia y comunitaria, cuestión fundamental para el desarrollo humano que en ideas resulta simple, pero que en la contingencia de la realidad es difícil , incluso casi imposible, así lo expresa don Heriberto Arel: “Yo participé en las tres tomas… tenía mi terreno en la primera pero como era dirigente tenía que ayudar a mis compañeros y a la gente a prepararse para el despojo…cuando llegó el día 9, nosotros ya sabíamos que había orden de despojo así que estábamos preparados, lo que no sabíamos era si iba a ser pacífica o no… eso no lo sabíamos. Pero todos estábamos alerta porque el finado Luis Espinoza siempre nos advirtió que tengamos cuidado porque en cualquier momento puede venir un despojo y pueden haber hasta muertes… así que estábamos preparados”.
Pero esta vez la situación sería diferente. Pobladores necesitados se establecieron en los actuales terrenos de las calles Magallanes, Avenida Presidente Ibáñez hasta llegar a la Carretera Ruta 5 Norte, construyendo viviendas de precarias condiciones , hechas con nylon, en el barro, con madera húmeda en bruto, aferrados a la ilusión que algún día se les deje establecer definitivamente. Según ellos esos terrenos eran “desaprovechados, desvalorados y estaban sin ocupar”, es decir, inútiles para cualquier fin debido a sus circunstancias geográficas. La situación de aquella época se aprecia en palabras de Juan Ancapán Huenchuán, dirigente vecinal de ese entonces: “…de verdad, sí había necesidad, nadie tenía casas, todos vivíamos de allegados y las condiciones no daban para pagar arriendo. Éramos extremadamente pobres”.
Estando los terrenos de Rociel Irigoin ocupados, el conflicto se traslada al contexto político, involucrándose el Intendente subrogante de aquella época don Jorge Pérez Sánchez y al Ministro del Interior del gobierno de don Eduardo Frei Montalva, don Edmundo Pérez Zuckjovic, quien dio la orden de desalojo y despojo a todo cuanto estorbe en los terrenos desocupados del señor Irigoyen. Don Rigoberto Vargas menciona: “…según los Irigoin…ellos eran los dueños pero no sé que tan cierto sería porque más no se sabía y además ellos nunca reclamaron directamente los terrenos y tampoco los ocupaban.”….
Nuevamente aparecen los enfrentamientos, los carabineros visitaban constantemente el lugar ordenando el desalojo y cada vez con más violencia, todos los acontecimientos daban a entender que sólo una tragedia acabaría con los problemas. Los carabineros perturbaban el orden de los pobladores mostrando una actitud desafiante y apremiante, amedrentándolos para desocupar los terrenos y advirtiéndoles que sólo los “vivientes” serían los perjudicados.
El temor resurge, el dolor se hace inminente, el miedo a perder todo cuánto tenían en ese momento y ser aventados sin tener un destino claro, los tenía al borde del pavor. Los pobladores de la primera toma estaban tranquilos pero con un sentimiento de impotencia ante la escena que veían de sus vecinos, igual de esforzados pero sin ser comprendidos. La tragedia se acercaba y ya nadie podría detenerla……

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nuestro sincero agradecimiento a vuestra entidad por la ayuda que nos han proporcionado para que nuestra obra salga adelante. Como les hemos contado se centra principalmente a la parte humana, en el sufrimiento de todas esas familias; pensamos que es lo mas rescatable de este hecho de sangre.

Un vez mas, nuestros agradecimientos y felicitaciones. Pueden escuchar demos de la obra en:
http://surande.blogspot.com/