31 enero 2009

"Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra" - Diario El Llanquihue - 31 de enero de 2009

Publicamos a continuación nuestro "Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra", página que el CEPH ha editado con fotos de su Archivo para la edición del día 31 de enero de 2009 en el diario El Llanquihue.

Más abajo, información complementaria a lo publicado en el diario.


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Fotos e Informaciones Complementarias

LOS PINTORES DE PUERTO MONTT

Alejandro Torres - Presidente CEPH Por Alejandro Torres

(Artículo base extraído de la Agenda de Puerto Montt año 2003, escrito por César Sánchez Vera, mezclado con información recopilada de internet).

La Caleta de Angelmó, es sin dudas, el lugar que mayor renombre le ha dado a Puerto Montt. Pintada y repintada por los artistas del pincel continúa sirviendo de modelo para principiantes y avezados. El serpenteante canal de Tenglo, sus orillas siempre verdes, los claro oscuros que aporta la nubosidad y la transparente luz que cubre las aguas en los días de sol, han hecho los alrededores de esta caleta y de nuestra ciudad un campo de permanente experimentación plástica.

Los inicios de la pintura puertomontina se remontan a la década del 40 cuando don Erardo Gallardo, profesor del Liceo de Hombres y por cuya menguada estatura recibía cariñosamente el apodo de "estampilla", creó la Academia de Pintura para alumnos de los últimos cursos de humanidades de dicho liceo. Entre sus primeros integrantes se encontraban: Hugo John, Leoncio Leiva, los jóvenes Stuardo, Vásquez y Schrimann quienes fueron aprendiendo las técnicas del dibujo, óleo y composición bajo la acertada dirección del profesor Gallardo.

Finalizada las humanidades, varios de estos aficionados a la pintura viajaron al norte para continuar estudios universitarios. A su regreso y gracias al entusiasmo del arquitecto Lizardo Bravo se fundó en 1953 la Academia de Artes Plásticas Vicente Pérez Rosales. En ella participaban activamente César Buskovich, Menita Nilsen, Hugo John, Manuel Maldonado (Manoly), Gastón Gómez y Emilio de la Maza. Esta nueva institución recibió el aporte del acuarelista español Ignacio Baixas, quien había sido contratado como profesor en la Escuela de Arquitectura y sintiéndose cautivado por la exuberancia del paisaje sureño visitaba periódicamente Puerto Montt.

En enero de 1956 la Academia Vicente Pérez Rosales organizó el primer Salón de Pintura, utilizándose para la exhibición el recinto municipal.
En esta época era frecuente encontrar deambulando por calles y cerros de Puerto Montt a Arturo Pacheco Altamirano y al acuarelista Fernando Morales Jordán. En 1959 las dos instituciones antes mencionadas se fusionaron dando origen al Grupo Plástico Angelmó, siendo su primer presidente don Alejandro Meza Albarracín.

La directiva arrendó una amplia casa estilo palafito en el sector de Angelmó, la “Casa de Botes” la llamaban, donde los pintores disponían de talleres individuales y donde se realizaron múltiples actividades, pintura en terreno y exposiciones. A este movimiento concertado de artistas pintores también se le conoció como la Escuela de Angelmó.

En aquellos tiempos la actividad pictórica, giraba en torno a la Caleta de Angelmó, de mayores dimensiones que en la actualidad, donde recalaban a orilla de playa las lanchas chilotas trayendo y llevando productos y provisiones, comunicando el comercio entre las islas y el continente. Se las podía apreciar en la playa secando sus velas al sol después de un día lluvioso.

El terremoto de 1960 dejó en la orfandad a los pintores, pues la Casa de Botes quedó en condiciones deplorables. Por tal motivo se le propuso al embajador mexicano, que se encontraba de paso en la ciudad, que ayudara a levantar un inmueble para los artistas, destinado a talleres y sala de exposiciones. Dicha solicitud fue acogida favorablemente por el gobierno azteca y el 14 de noviembre de 1964 se inauguró la Casa del Arte, colocándose como condición de que llevara el nombre del célebre pintor muralista "Diego Rivera". En ese entonces el Presidente de México era el licenciado Adolfo López Mateos.

Con posterioridad al terremoto se incorporan al Grupo Plástico: Juan Rivera, Carlos Larosse, Luis Vicencio y Flavio Rosas.
Al comenzar la década del 70 la producción de los pintores puertomontinos era abundante y de reconocida calidad estética, destacando las telas de Manuel Maldonado (Manoly), Gómez, Larosse y Vicencio.

Por esta misma fecha se formó la Asociación de Pintores proponiéndose como objetivo inmediato conseguir un espacio propio. En 1972 con recursos aportados por ellos mismos, acondicionaron la sala Hardy Wistuba, y dos años más tarde pintaron en el interior del edificio municipal dos murales alegóricos a la historia comunal (hoy día retirados de su lugar original, permaneciendo en una bodega municipal).

En la actualidad la institución se ha definido como una organización de orden comunitaria, artística, cultural, sin fines de lucro, cuyo objetivo principal es de promover, difundir e impartir el quehacer creativo plástico en nuestra comunidad.
Se constituyó legalmente, recibiendo su Personalidad Jurídica el 31 de mayo de 1991, con el nombre de ASOCIACIÓN DE ARTISTAS PLÁSTICOS DE PUERTO MONTT.

De izquierda a derecha se puede apreciar en el sector de Angelmó los pintores Hardy Wistuba Stange, Alejandro Meza Albarracín, Arturo Pacheco Altamirano y Manuel Maldonado (Manoly), de vuelta al parecer, después de una jornada pintando el bello paisaje de la caleta. Mediados de la década de 1950. (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

En la imagen de izquierda a derecha se observa a Arturo Pacheco Altamirano, Hardy Wistuba Stange (en segundo plano), Alejandro Meza Albarracín y Manuel Maldonado (Manoly) en plena faena, pintando sus cuadros en Angelmó. Mediados de la década de 1950. (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

En esta imagen se aprecia a Manuel Maldonado (Manoly) pintando un cuadro en Angelmó. Fines de la década de 1950. (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

La imagen muestra a Arturo Pacheco Altamirano pintando en Angelmó. Mediados década de 1950. (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

La flecha azul indica exactamente la ubicación que tenía la "Casa de Botes" en Angelmó, donde los pintores realizaban sus actividades. Fines de la década de 1950. (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

Una vista de Angelmó a mediados de la década de 1950. (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

24 enero 2009

"Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra" - Diario El Llanquihue - 24 de enero de 2009

Como todas las semanas, presentamos a continuación el "Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra", página que el CEPH edita para el diario El Llanquihue, con fotografías de su Archivo y fotografías que nos facilita la comunidad para este fin. En esta oportunidad la publicación corresponde al sábado 24 de enero del 2009.

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Fotos e Informaciones Complementarias

Fondas, Posadas y Hoteles

Por César A. Sánchez Vera

En 1861 la Municipalidad otorgó la primera autorización para el funcionamiento de un despacho de licores, propiedad de Antonio Cárdenas Iglesias, natural de Calbuco. En su establecimiento estaba permitido jugar dominó, ajedrez y billar, quedando terminantemente prohibido efectuar apuestas y utilizar naipes.

Ese mismo año, como consecuencia del crecimiento poblacional de la provincia y del tránsito permanente de personas cada vez mayor que se dirigían a Chiloé, Osorno y Valdivia a través del camino de la "laguna de Llanquihue", se hizo necesario contar con locales adecuados para el alojamiento de pasajeros. Se autorizaron, entonces, numerosos permisos para el funcionamiento de fondas, posadas y hoteles.

Las fondas eran centros para varones que se reunían a beber y a jugar. En 1864 don Juan Toribio Adriazola entusiasmaba a los parroquianos instalando un billar en su negocio. Al año siguiente Carlos Schurt inauguró en calle Portales, un local que contaba con cancha de palitroques.

Las posadas, en cambio, atendían las comidas y el alojamiento, como hoy lo hacen las residenciales. El primero de estos establecimientos perteneció a Ernesto Trauttmann. En mayo de 1864, tuvo permiso para instalar una posada en calle Urmeneta con Illapel.

Al finalizar 1866, Melipulli contaba con dieciséis locales entre fondas y posadas, más un alambique propiedad de Jorge Bückle, en calle Urmeneta. Éste destilaba aguardiante de cebada.

De estos locales, nueve de ellos se dedicaban al consumo de alcohol y al juego clandestino de naipes. En esta misma fecha hacen su aparición las "cantoras", damas dotadas por la naturaleza de melodiosa voz, encargadas de amenizar las tertulias nocturnas. Las "cantoras" no ejercían la prostitución, sin embargo, eran frecuentemente emplazadas por la justicia acusadas de llevar una vida "licenciosa".

El intenso tráfico marítimo, concentrado en el sector céntrico, convirtió a esta área en el lugar preferido para la instalación de hoteles, pues frente a la plaza de armas se encontraba el muelle de Pasajeros y Embarque. Uno de los más concurridos fue el hotel "Progreso", en la esquina de San Felipe con Urmeneta, el cual se incendió en 1895. Otro de los solicitados era el hotel "De La Marina", en San Martín.

En 1920 se disputaban la clientela los hoteles "Moreno", "Central" y "Hein" este último en Urmeneta con O'Higgins, donde hoy se levanta el Banco Central. Estaban también los Clubes "La Unión", "Balmaceda" y "Liberal" hasta donde llegaban los caballeros de la época a disfrutar de la gastronomía y mostos criollos, reuniéndose en estos locales, según sus preferencias políticas.

Para los viajeros de condición modesta, el barrio Cayenel ofrecía numerosas residenciales y casas de pensión por módicos precios. En calle Antonio Varas con Ancud estaba el "Mercadito", donde se comía con abundancia, y a su alrededor se concentraban los bares de corte popular.

Hotel Progreso. Estaba ubicado en la esquina de calles Urmeneta con San Felipe. El inmueble figura en las primeras fotografías de la ciudad (1862), pero no se sabe con precisión cuando comenzó a funcionar, estimándose que fue en esa década. La imagen muestra el hotel a principios de la década de 1890 (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

Gran Hotel de Santander y Salcedo. Estaba ubicado en la esquina de calles Benavente con O`Higgins. Imagen de la década de 1920 (Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

Hotel Central. Estaba ubicado en la esquina de calles Urmeneta con O`Higgins. La imagen corresponde a una postal publicitaria de la década de 1900, donde se puede apreciar la amplitud que tenía el hotel. En 1914, este hotel se transforma en el Hotel Hein, y al edificio se le hacen algunas modificaciones.

Hotel Central en la década de 1930. Este hotel es diferente al mostrado anteriormente. Estuvo ubicado en la esquina de calles Urmeneta con Rancagua (Imagen facilitada por el Museo Histórico Nacional).


Hotel Hein. Estaba ubicado en la esquina de calles Urmeneta con O`Higgins. En la imagen (edificio del lado derecho, ex Hotel Central) es de mediados de la década de 1940. Sufre un grave incendio en 1951 que lo redujo a cenizas.(Archivo Fotográfico Alejandro Torres).

17 enero 2009

"Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra" - Diario El Llanquihue - 17 de enero de 2009


A continuación nuestra página "Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra", que el CEPH edita con fotos de su Archivo y fotos enviadas por la comunidad, para la edición del día sábado 17 de enero de 2009 del diario El Llanquihue.

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10 enero 2009

"Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra" - Diario El Llanquihue - 10 de enero de 2009

Publicamos a continuación nuestro "Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra", página que el CEPH a editado con fotos de su Archivo para la edición del día 10 de enero de 2009 del diario El Llanquihue.

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Fotos e Informaciones Complementarias

SANTIAGO 2° VERA ESPINOZA "ON CALISTO"

Alejandro Torres - Presidente CEPH Por Alejandro Torres

(Información y fotografía facilitada por su hija, sra. Ximena Vera Oyarzo)

Nació el 8 de Octubre de 1922. Hijo de don Santiago Vera Cartes y Doña Elvira del Carmen Espinoza Saravia.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela de Pelluco y en la Escuela N°2 de Puerto Montt, y secundarios en el Liceo de Hombres Manuel Montt.

Ingresó a la Escuela de Grumetes el 7 de Noviembre de 1939. Realizó su Servicio Militar en la Armada de Chile en el año 1941, egresando como Grumete y Aspirante a Marinero.
Posteriormente, en el año 1945, ingresa a la Escuela de Telecomunicaciones, en Viña del Mar, siendo trasladado a Valparaíso y posteriormente a la Base Naval de Puerto Montt, donde egresa como Marinero Señalero, para el Servicio de Radio Telegrafista. Es nombrado Jefe de la Oficina de Correos y Telégrafos de Frutillar Alto.

En 1949, contrae matrimonio con la Profesora de Frutillar Flor Andina Oyarzo Carrasco, con quien tuvo nueve hijos.

En el año 1960, comienza un programa humorístico en la Radio Vicente Pérez Rosales, con el nombre de "ON CALISTO Y CHALAITO", el que realizaba con su hijo Víctor Hugo.
Durante 35 años, realizó además un programa en la Radio Llanquihue, llamado "Las Mañanitas de On Calisto", especialmente dedicado a los sectores rurales cercanos a Puerto Montt, destacando su picardía y sus chistes sanos que hacían reír a grandes y chicos.

Incursionó también en la poesía, llegando incluso a ser "Poeta Laureado", coronando a Reinas de Puerto Montt, Fresia, Río Frío, Calbuco, Maullín, Pargua, etc.
Siempre, expreso, el amor y el cariño a su esposa, hijos y nietos a través de hermosas composiciones poéticas.

Cuando se acogió a jubilación en el año 1974, se trasladó junto a su esposa e hija Marcela, a los hermosos parajes de la localidad de Abtao, comuna de Calbuco, donde fue muy querido y apreciado por la comunidad, donde siguió componiendo versos y prosas y actuando en Veladas de Escuelas cercanas, Clubes Deportivos, Juntas de Vecinos y despidiendo en el Camposanto, con bellas y sentidas palabras, a los vecinos en sus funerales.

El 23 de Agosto de 1998, en el marco del Día Internacional del Folklore, fue homenajeado en el Teatro Diego Rivera de Puerto Montt, por su aporte al folklore a través de su personaje "ON CALISTO", ocasión en la que hizo una presentación, donde volcó elementos propios del estilo que lo hicieran famoso.
Recibió de parte de la Municipalidad de Puerto Montt, un galvano y un obsequio, en tanto la Radio Reloncaví efectuó un reconocimiento por su aporte a la radiodifusión.

Al fallecer, el 8 de Febrero del 2006, recibió numerosas muestras de cariño de toda la comunidad, siendo despedido por folkloristas, amigos y familiares. A nombre de la familia, a través de sus nietos Víctor Sebastián y Ricardo Javier, le expresaron todo el amor y cariño, que de él siempre recibieron.
Al momento del ultimo adiós, un cisne emprendió el vuelo, al silbido de un canario, que entonó su nieto Rodrigo Alejandro.

Santiago Vera junto a su hijo Víctor Hugo, fotografiados en calle Varas en 1965, vestidos como sus personajes "On Calisto y Chalaito".

04 enero 2009

"Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra" - Diario El Llanquihue - 03 de enero de 2009

Como todas las semanas, publicamos a continuación nuestro "Álbum del Recuerdo - Imágenes de Nuestra Tierra", página que el CEPH a editado con fotos de su Archivo para la edición del día 03 de enero de 2009 del diario El Llanquihue.

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Fotos e Informaciones Complementarias

EPIDEMIA DE VIRUELA

Por César A. Sánchez Vera

Al despuntar el siglo XX Puerto Montt bordeaba los 6.000 habitantes, las calles eran de ripio transformándose en verdaderos lodazales para las épocas de lluvia y solamente el sector céntrico se encontraba iluminado por débiles faroles de sebo o parafina, que se encendían al atardecer y a las pocas horas se apagaban.

En 1905 nuestra ciudad se vio azotada por una epidemia de viruela que se extendió por todo el sur del país. La enfermedad se presentaba con dolores de cabeza, espalda, malestar general y alta fiebre; a los pocos días aparecían por todo el cuerpo unas pústulas amarillentas. Para esta enfermedad no había remedio y después de una agonía abrazadora como consecuencia de la fiebre, la persona fallecía resignadamente salvo que tuviera la fortaleza suficiente para soportar los padecimientos.

El 5 de marzo recaló en la bahía de Puerto Montt el vapor “Palena” solicitando la presencia de un médico para un marinero enfermo, en tanto el resto de la tripulación se diseminaba por bares y prostíbulos; al día siguiente, tres tripulantes cayeron enfermos diagnosticándose viruela. Inexplicablemente el barco no fue declarado en cuarentena y permaneció una semana anclado con la tripulación recorriendo la ciudad.

El 12 de marzo se registró el primer caso de viruela en la ciudad afectando a Federico Heck, días más tarde fallecían las primeras víctimas, don Amador Trujillo y la señora Marta Hernández de Vega. Ya no cabía duda alguna que se trataba de una peligrosa epidemia, pues los casos se multiplicaban rápidamente. En las primeras treinta defunciones se efectuó el correspondiente velatorio con la asistencia de familiares y vecinos, contribuyendo de esta forma a propagar la enfermedad; además, el sepulturero era un asiduo parroquiano de tabernas y lenocinios.

A fines de marzo la Municipalidad ordenó colocar una bandera blanca en todas las casas donde había enfermos y se prohibieron los velatorios con expresa indicación de sepultar en forma inmediata al difunto. El cadáver era conducido al cementerio por un individuo que, junto con tirar el carretón, debía hacer sonar una campanilla para que los transeúntes se apartaran al paso del fallecido.

Los establecimiento de enseñanza paralizaron sus actividades, el Colegio San Javier se declaró en cuarentena para evitar el contagio, no se permitía la salida de los alumnos internos como igualmente no se autorizaba la visita de familiares. Calbuco al enterarse de “la peste que diezmaba a la población de Puerto Montt” prohibió la recalada de todo barco que hubiese estado en nuestra ciudad. A pesar de las medidas adoptadas la mortalidad iba en aumento por lo cual se habilitó una fosa común para agilizar los entierros y se construyó un lazareto, en el interior del cementerio general, lugar hasta donde eran conducidos los enfermos que presentaban síntomas de viruela, junto al improvisado hospital se levantó una capilla para darles asistencia espiritual propia de un cristiano. En el lazareto los Guardianes (Carabineros) vigilaban permanentemente para evitar que aquellos con fuerzas suficientes huyeran del recinto.

Le correspondió al doctor Alberto Burdach Nicolai y al Alcalde don Cristian Brahm Sprenger enfrentar la epidemia. Considerando la ciudad de Puerto Montt y campos aledaños, se estima que la población fallecida alcanzó a las cuatrocientas personas.